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Mostrando entradas de octubre, 2007

Desierto de marabuntas

Desierto de marabuntas Patitas para arriba, pisadas crujientes, antenas al viento y el hambre inminente. El sol que se oculta en un horizonte invisible. El suelo, como un mar de arvejas negras, repleto de pequeños cadáveres, de mandíbulas potentes, parece un cementerio para grandes insectos. ¿Estarán todas muertas? Un viento suave las levanta, el viento las trae. Me detengo, siento pasos que suben por mis piernas. ¡Hay algunas vivas! Me quito varias de mi cara, me sacudo otras del pantalón. Y corro… Y las aplasto… Igual que hojas caídas, es el sonido que despiden. ¡Y suben, no sé como se suben! Me detengo a sacarlas. El viento me las trae como paracaidistas en la guerra. Y comen… Siento picazones, veo sangre. Mis manos no hacen más que sacudirlas, espantarlas. Y corro, con todas mis fuerzas. ¡Y suben, no sé como se suben! Quiero y no puedo pisarlas a todas. El horizonte es sólo eso, un horizonte perdido en la tarde. Y comen… Y más sangre, cientos de pequeños mordiscones de mandíbulas