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Mostrando entradas de agosto, 2007

Cualquier semejanza con la realidad...

Relomaníaco El tiempo, el tiempo, el paso del tiempo, me acuesto me levanto y lo escucho de lejos y sigo soñando pero me despierto, es hora, lo apago y sigo durmiendo, quince minutos más, hoy lo hago, hoy llego. Las siete y cuarto, me duermo, no duermo y sueño otra vez que no estoy despierto, no puedo, no quiero. Que hago? No llego. Voy todo arrugado? O plancho y me quedo? El sueño no es sueño, por fin me despierto. Las siete, las ocho, de nuevo me duermo; una pesadilla horrible, el infierno, todo gris todo lento, llego temprano y lo escucho de nuevo, el maldito sonido, de nuevo despierto, lo apago me duermo lo apago despierto, los minutos se acortan. Me baño por fuera, me baño por dentro. No tengo monedas, las busco y no encuentro y prendo la tele , la apago, la enciendo; tal vez con Los Beatles , George Harrison , John Lennon , pero hoy está gris, hoy llueve, no quiero. Donde está la ropa? Tirada en el suelo; la busco la busco, de algo me olvido quizás de un recuerdo. Que tarde, n

Cuento

La venganza del Braulio Aparte de un comentario sin sentido que nada tenía que ver con la situación, Braulio hizo un gesto de desprecio a los dos viejos que estaban jugando al ajedrez en una mesa apartada. Bebió de un sorbo la cuarta medida de ginebra y dirigiendo una profunda mirada a todos, dijo casi a los gritos: _ ¡Váyanse todos a la puta madre que los parió!_ Nadie sabía si estaba borracho, o eso era una amenaza a cada uno de los que estaban en el bar. Igualmente nadie dijo nada, sólo algunos de los presentes se animó a mirarlo de reojo. Braulio era un hombre de unos cuarenta y tantos años, se destacaba por el color de su pelo, rojo punzó, (era el único colorado del pueblo) y por las motas que le llegaban hasta los hombros. Su rostro, marcado por la dureza de la vida, delataba una expresión melancólica y distante. Sus anchas espaldas, producto de más de veinte años de trabajo en el aserradero, quizás hayan asustado a los clientes del bar del tano Manfredi. Se había quedado sin tra

Catador de la vida

Catador de la vida El vivió casi todo lo que una persona puede vivir; tuvo cansancio por un objetivo inalcanzable; sueños de un loco ridículo; juegos de una infancia interminable; vicios de un fanático por los placeres del mundo; amarguras por caídas sorpresivas; éxitos inesperados; sombrías charlas impagables; visitó inhóspitos lugares de la mente y el planeta; se cultivó con toda clase de manjares para el espíritu; bebió del lujurioso néctar de generosas mujeres; la gloria de algunos deportes le sonrieron; la fortuna del dinero lo sedujo; la miseria de la desesperación caminó con él varios años; disfrutó de la resaca de amaneceres trasnochados; perdió la brújula de su destino en algún tramo de mareo existencial; cosechó una gran cantidad de amistades fraternales; llegó a tener una cierta notoriedad en el intrascendente podio de la fama; postergó varios proyectos por vivir una noche de infamia y excesos; maltrató varias esperanzas de señoritas ilusas; construyó una familia socialmente