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Mostrando entradas de julio, 2012
La fábula del sapo Había una vez un sapo que vivía en el charco del bosque. Era un sapo hipo de puta, le chupaba un huevo todo, le pedía plata prestada a sus amigos y no se la devolvía, la cagaba a su sapa con una rana vecina, (que digamos que la sapa era bastante pelotuda y lo tendría que haber mandado a la mierda hacía mucho tiempo), además cuando volvía en pedo al charco, los fajaba a los pobres sapitos. Resumiendo, era un flor de turro. Un día estaba en el bar escaviando y jugando a las cartas con otros bichos del bosque, y en eso entró al bar una culebra, se sentó en la barra a tomarse una cervecita, tranquila. Sin joder a nadie. El sapo la vio y la empezó a bardear al toque, decía en voz alta boludeces como, “es increíble lo arrastrado que son algunos bichos” y cosas por el estilo. La culebra ni bola, seguía tranqui tomando su cerveza. El sapo seguía rompiendo las pelotas, no solo a la culebra, sino a todos  los otros bichos que estaban en el bar, mientras seguía ju
Allá a lo lejos La tormenta es de fuego La calma es como el sol Los truenos son melodías azules Ayer justamente vi morir una paloma Treinta escalones me faltan subir La sensación en mi estómago es rara Cada paso es una epopeya No puedo dejar de pensar en eso Un terreno baldío en el centro de una ciudad La casa de mi infancia Una historia de nostalgia inútil Mientras tanto, dos sapos se aparean a la orilla del río Miro una vieja antena Una bandera de un club de barrio serpentea en la punta En la vereda hay desdibujada una rayuela   Cierro los ojos para evitar el recuerdo de esa imagen Esa música otra vez, no recuerdo la letra Algo debe haber pasado para que así sea Dan ganas que el tiempo se detenga Allá a lo lejos, un domingo cuando abría los ojos y me despertaba MJS
El otro y yo Hace algún  tiempo Juntando resquicios de la heladera Me encontré con frutas podridas Con algo de hielo rojo Y con el oso de peluche del Señor Burns A la vez O mucho antes O mucho después En unas vacaciones en la costa En pleno invierno Y entre unas rocas Me encontré con un lobito de mar Bigotes gruesos, ojos brillantes Y asustado, muy asustado Hoy  cuando me desperté Frente al espejo Medio dormido aún Con los ojos perdidos Y el sueño pesado Me encontré con un extraño Que me miraba, me miraba Con el sueño perdido Y los ojos pesados Como sabía que era la última vez que lo iba a ver Lo salude, le di las gracias y me fui. MJS
El puerto Toda mi vida yo he soñado con estos besos Hoy quiero abrirte mi corazón Para poder decirte lo que yo siento A pesar que a esta altura ya lo sabrás  Y si estas palabras no te convencen Mira profundamente dentro de mi alma Y verás que mis ojos no mentirán Deja de lado un rato tanto misterio Sal a la vida misma Vence tus miedos Sal al amor Siempre quise decirte Estas palabras personalmente Pero esta distancia me lo impidió Espero una sonrisa cuando las leas Y sueñes con los besos que te daré Te esperare en el puerto hasta que vuelvas Y ver tus dulces ojos una vez más Deja de lado un rato tanto misterio Sal a la vida misma Vence tus miedos Sal al amor MJS
El teatro mundial No todo es lo que parece No siempre lo que nos dicen es verdad Han inventado un mundo paralelo Han armado un libreto mundial En donde los que parecen buenos No son tan buenos como parecieran ser En donde los que parecen malos No son tan malos como nos hacen creer Y nosotros compramos Y  admiramos a los buenos que no lo son tanto Y odiamos muchas veces sin saber porque Tergiversan tanto las cosas Que hasta nos creemos que somos el público Y no vemos lo piolines que nos digitan desde lo oculto Nos digitan todo el tiempo Nos digitan nuestras voluntades Nuestros pensamientos Y hasta lo que debemos creer ¿Quiénes manejan los piolines de las marionetas de la humanidad? Hay muchos, aunque no tantos Son los dueños del teatro mundial Y los que nos creemos espectadores Sentados en butacas reclinables Mientras nos mientes asquerosamente O sentados en sillas plegables Mientras nos mientes en nuestra cara O algunos hasta se
El dueño del teatro Frederick Augustus, duque de York, sobrino de Jorge IV, cabalgó por la campiña francesa largas horas junto a la guardia real británica hasta que llegó a uno de los palacios propiedad de la familia Rothschild ubicado cerca de Wissant. Era de noche aún. Traía noticias sobre los acontecimientos ocurridos en las cercanías del monte Sain-Jean. Un barco ya estaba preparado para cruzar el canal de la Mancha. Fue el mejor negocio de todo los tiempos. La mañana siguiente Rothschild comenzó a vender sus bonos de la corona británica, los demás propietarios de los bonos empezaron a venderlos también pensando que Wellington había sucumbido. Se sabía que  Rothschild manejaba mucha información y podría saber el resultado de la batalla antes que nadie. El precio de los bonos se desplomó por completo. A última hora y cuando los bonos cotizaban por el piso unos agentes encubiertos de Rothschild compraron la mayor cantidad que pudieron a precios irrisorios. Al día sigui