La fábula del sapo

Había una vez un sapo que vivía en el charco del bosque.
Era un sapo hipo de puta, le chupaba un huevo todo, le pedía plata prestada a sus amigos y no se la devolvía, la cagaba a su sapa con una rana vecina, (que digamos que la sapa era bastante pelotuda y lo tendría que haber mandado a la mierda hacía mucho tiempo), además cuando volvía en pedo al charco, los fajaba a los pobres sapitos. Resumiendo, era un flor de turro.
Un día estaba en el bar escaviando y jugando a las cartas con otros bichos del bosque, y en eso entró al bar una culebra, se sentó en la barra a tomarse una cervecita, tranquila. Sin joder a nadie.
El sapo la vio y la empezó a bardear al toque, decía en voz alta boludeces como, “es increíble lo arrastrado que son algunos bichos” y cosas por el estilo. La culebra ni bola, seguía tranqui tomando su cerveza.
El sapo seguía rompiendo las pelotas, no solo a la culebra, sino a todos  los otros bichos que estaban en el bar, mientras seguía jugando a las cartas, encima como sabía jugar bien, lo estaba secando a todos y además los gastaba en la cara. Se merecía que lo caguen bien a trompadas.
Paso un tiempo y el sapo los secó a todos, se les cago de risa y de un par de saltos llegó a la barra. La miró a la culebra y le dijo- Che vos culebra ¿Sabes jugar a las cartas? Dale vení que te juego una mano- en todo de forreada aludiendo a que las víboras no tienen patas.- No te calentés culebra era una joda.
La culebra era un bicho tranquilo, pero este sapo le rompió tanto las pelotas, que ahí nomás se trenzaron.
La paliza que se comió el sapo fue de película. Entre todos los bichos que había se lo tuvieron que sacar porque si no la culebra lo mataba.
Mientras se lo llevaban a la rastra la culebra le gritaba al sapo: -¡Pepe, no te quiero ver nunca más por acá!¡Sapo y la concha de tu hermana!.
Y el sapo no apareció más. Tal fue la paliza que se morfó que se fue del bosque.
Puso un par de pilchas en una valija y se fue.
Se tomó el primer colectivo que pasó y al otro día llegó a la ciudad.
Ahí se metió en el jardín de la casa de una maestra jardinera, que lo vio y le causó gracia que el sapo saltara medio raro, no sabía que saltaba así porque andaba rengo de la paliza que se había comido.
La maestra que sabía componer canciones le escribió una.
Tuvo tanto ojete que la canción se convirtió en un éxito.
Ahora el conchudo este de Pepe es famoso, vive en un charco privado en el delta del Tigre, está forrado en guita, se garcha a la mejores sapas modelos, el peluche de él esta en todos lados y su canción ya es un clásico del cancionero infantil.

La moraleja se la dejo a ustedes.

MJS

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