El dueño del teatro

Frederick Augustus, duque de York, sobrino de Jorge IV, cabalgó por la campiña francesa largas horas junto a la guardia real británica hasta que llegó a uno de los palacios propiedad de la familia Rothschild ubicado cerca de Wissant. Era de noche aún. Traía noticias sobre los acontecimientos ocurridos en las cercanías del monte Sain-Jean. Un barco ya estaba preparado para cruzar el canal de la Mancha.
Fue el mejor negocio de todo los tiempos.
La mañana siguiente Rothschild comenzó a vender sus bonos de la corona británica, los demás propietarios de los bonos empezaron a venderlos también pensando que Wellington había sucumbido. Se sabía que  Rothschild manejaba mucha información y podría saber el resultado de la batalla antes que nadie. El precio de los bonos se desplomó por completo.
A última hora y cuando los bonos cotizaban por el piso unos agentes encubiertos de Rothschild compraron la mayor cantidad que pudieron a precios irrisorios.
Al día siguiente cuando se supo que Wellington había vencido a Napoleón en Waterloo, los bonos de la corona inglesa subieron estrepitosamente, tanto como la fortuna de Rothschild.
Se dice que con esa operación obtuvo una ganancia de más de un dos mil por ciento. Sin contar con los intereses que le debían por haber financiado las campañas de Wellington y Bonaparte.
El cuerpo de Frederick Augustus, duque de York, sobrino de Jorge IV, fue encontrado entre los cadáveres que quedaron sembrados en Waterloo. Las crónicas de esa época dicen que murió heroicamente en la batalla.


MJS

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