La noche del tornado
La noche del tornado
Sampler se fue
enseguida.
Rostrán y
Castro se quedaron hasta cerca de las tres jugando a la mosca con el viejo
Pastrana y Don Aguilar.
Cuando salieron
del club había una extraña electricidad en el aire y algo de viento. Fue la noche
del tornado.
Estaba todo
planeado. ¿Quién iba a andar por la calle un lunes a esa hora?
Los Corbalán se
habían ido a Río Cuarto una semana porque se casaba Angélica, la hija más
chica, así que tenían todo el tiempo del mundo para poder trabajar tranquilos.
Sampler conocía
la casa por dentro, Rostrán sabía cómo abrir cajas fuertes, Castro hacía de
campana afuera.
La tormenta
arrancó casi a las cuatro.
Al otro día el recorrido del tornado se podía ver
muy claro por el surco de destrozos que había dejado a través de unas ocho o
diez cuadras, desde la plaza Belgrano hasta la Escuela 3. En el fondo de
mi casa quedaron las chapas de la casa de los Pereyra que vivían en la otra
cuadra. En la calle había árboles y postes de luz caídos y muchos objetos
extraños, desde un inodoro hasta una caja fuerte en el medio de la calle, justo
en frente de la casa de los Corbalán.
Al cuerpo de
Rostrán lo encontraron en la punta de un árbol, al de Castro lo descubrieron
como a la semana en el techo del bar de la terminal.
¿Qué fue de
Sampler?
Todavía es un
misterio.
MJS
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