Lo que cuesta vale ( o como logré mandar todo al carajo)
Lo que cuesta vale (O cómo logré mandar todo al carajo) Hace un tiempo escribí que había mandado todo al carajo y que me iba a recorrer al mundo. Es así, pero no tan así. Me refiero lo de mandar todo al carajo. No es que un día me levanté cruzado, mandé a cagar a mi jefe, me subí al escritorio del gerente y le hice pis en la cara mientras le gritaba: -¿Sabés qué pelotudo? ¡Metete en el orto esta empresa del orto! No, no fue así. No fue un solo día, ni un rapto de locura. Fueron varios años de desgastar una relación laboral con un claro objetivo: Que me rajen. Ojo, como toda relación tuve momentos muy buenos. Cuando empecé y durante muchos años me quedaba después de hora, iba a trabajar algunos días feriados, una vez me acuerdo que me quedé hasta las tres de la mañana. Y lo hacía porque me gustaba trabajar de lo que trabajaba. Tenía la esperanza de hacer carrera ahí adentro. Estaba orgulloso. Le contaba a todo el mundo: trabajo en tal y tal lado. E inclusive en los boliches más de