Viajar con la mochila vacía

Viajar con la mochila vacía

Falta un mes para que comience el viaje, o mejor dicho para que tome el avión e irme. El viaje empezó hace rato, desde que saqué el pasaje, desde que lo comencé a imaginar. A planear esta mudanza inconstante por el mundo, de recorrer y aprender e irme sin rumbo y sin tiempo fijo. Para lograr eso hay que sentirse libre y sobre todo poder y saber disfrutar de esa libertad. Cortar con algunas cadenas, para sentirnos más livianos y así volar hacia donde se nos antoje. Y para eso lo primero que hay que lograr es desapegarse de todo lo que nos ata al aquí y ahora. A mi me cuesta mucho eso, es lo que más me está costando. Hace varios días que estoy tirando papeles. Ya llevo más de cinco bolsas de consorcio llenas. Pero no puedo tirar todo así porque sí. Apuntes de la universidad, de los postgrados, cuadernos de inglés, de portugués, muchísimas hojas escritas con esbozos de poesías y cuentos, invitaciones de casamientos, tarjetitas de comunión, entradas al cine, pasajes de avión, folletos de lugares turísticos, mail impresos de mi ex trabajo y varios números de teléfono sin nombre. Soy un acumulador serial. De todo encontré. Y tuve que revisar papel por papel porque había algunos papeles que quizás me sirvan si vuelvo, como mi titulo de secundario o el registro de la marca de mi emprendimiento. Revisar me llenó de recuerdos, de cursos que había hecho, de personas que había olvidado, de lugares que ya no tengo tan presente. De algunas fotos que cambiaron mi vida. De una poesía que me regaló mi abuela y que siempre la nombro (Octogenario, de Benedetti) encontré el papelito original que ella me dio. De una tarjetita de navidad que le envió una tía a mi hermana, de dibujitos, de certificados de vacunación, de algunos recortes de diarios en los  que salí.
Y al ir revisando cada uno de esos papeles iba recordando. Un ejemplo: Una invitación al cumpleaños número 3 de Marina del Valle. Vivía enfrente de nuestra casa, en Salta, en Villa Chartas, en el pasaje La Viña. No recuerdo haber ido a ese cumpleaños. Pero siempre nos acordamos con mi hermana de esa chica porque una vez la invitamos a merendar. Estábamos mi hermana, ella y yo tomando la leche. Sin querer mi hermana volcó un poco de leche de su taza y ella, Marina (la Marina le decíamos), exclamó, señalando a la taza de mi hermana:
-Ahhhh! La Rrrromina ha derrrramaou!
Así, pronunciando bien la erre, con un tono bien salteño. Con mi hermana, que cuando queremos somos bastante burlones, esa vez nos miramos y no podíamos para de reírnos. No teníamos más de cinco años, pero sí esa crueldad que tienen los chicos a esa edad. Yo en parte me reía porque había dicho “ha derramado”. Es “volcar”, no “derramar” pensaba. ¿Qué quiere decir con derramar? En ese momento no tenía ni idea de lo que significaba esa palabra. El que estaba equivocado o al que le faltaba vocabulario era a mí. Pobre Marina. Ya no recuerdo su cara. ¿Qué será de ella? Bueno, así con cada cosa que iba tirando. (Igual creo que la tarjetita del cumpleños no la tiré porque se la quiero mostrar a mi hermana).
Esta tarea de revisar y tirar fue como un viaje a mi pasado. Emocionante. Varios días viajando a través de papeles. Tirando objetos cargados de recuerdos. La verdad es que cada cosa que iba tirando, sentía como una parte de mí se iba desprendiendo.Y eso que ni quiero mencionar a los relacionados al amor. A esos traté de pasarlos de largo y tirarlos de una. Igual algunos momentos evoqué, otros recordé y otros los tiré así, cerrando los ojos.
En el primer momento, cuando me iba desprendiendo y arrojando a la bolsa cada papel me producía algo desagradable, una especie de dolor. Pero después, al arrojar cada bolsa de consorcio  al contenedor, me sentía un poco mas vacío y podía respirar hondo y al volver caminando, ahí si, me sentía más liviano. Me sigo sintiendo más vivo que nunca.
Es que siento (lo repito) que nací de nuevo, pero que no puedo dejar de ser el que vivió muchísismas cosas para que de alguna manera esté donde me encuentro ahora. Como recién nacido y con toda la libertad y el mundo por delante.
El viaje ya empezó y me quiero ir con la mochila lo más vacía posible, para llenarla de nuevos recuerdos y emociones de toda clase.
Es muy lindo todo esto. Se los recomiendo.

Marcelo Javier Silva
19/03/17

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