Ao Nang, Krabi

Ao Nang, Krabi

Y al fin llegué a las playas de Tailandia. Después de dos días de viaje en colectivo llegué a Krabi, una ciudad al norte de este país. En realidad no fueron dos días viaje, fueron dos noches. Un viaje desde Chiang Mai a Bangkok. Ahí me quedé dando vueltas por la ciudad hasta la tarde, en donde me tome otro colectivo hasta Krabi. Podría haber ido en avión, pero de este modo me costó menos de la mitad. Además conocí lugares de Bangkok nuevos, como el centro comercial de esa ciudad y el edificio más alto.
No tenía pensado ir a Krabi, quería ir a Phuket antes, (ambas son ciudades con playas y no quedan tan lejos una de otra), pero debe ser que la chica que me vendió los boletos no me entendió muy bien y después de una noche en colectivo, caí en Krabi. Llegué y vi que no había playas ahí, así que me tome un bus-camioneta (en muchos lugares de Tailandia los colectivos o taxis son camionetas con cúpula en la que llevan varios pasajeros). Pregunté a la chofer si me llevaba a playas y hoteles, me dijo que si y me subí. Adonde me lleve. Me llevó a Ao Nang, un pueblito cerca de Krabi, con playas, hostels y que desde ahí salían lanchitas para otras playas e islas. Me pensaba quedar dos días pero me gustó tanto que me quede cuatro. El aire del lugar me gustó. Tantas ganas tenía de llegar al mar que me fui casi corriendo después de dejar la mochila en un hotel que conseguí a media cuadra del mar. Hasta me compré un snorkel! Ao Nang está en una pequeña bahía, rodeada de morros. El agua de esas playas es muy caliente, muy, como cuando dejas las pelopinchos a medio llenar después de todo un día de sol. No tienen muchas olas y podes meterte más de cincuenta metros sin que el agua te tape. Así que me dediqué a hacer nada. A descansar. La mente sobre todo. Lo que hacía era desayunarme con un anana, e ir al mar y nadar hasta el mediodía, comer y volver a la playa para seguir nadando hasta la puesta del sol. Increíble ese espectáculo. A mi el mar me gusta mucho, nadar también. El estar en contacto con la naturaleza, en una playa con palmeras, rodeado de pequeñas montañas llena de árboles. Que decir. Más allá que la ciudad está llena de turistas, ese lugar tiene todo para mí. Es un espectáculo todo el tiempo adonde mires. La naturaleza te regala todo. Me cuestionaba que a mi Buenos Aires me gusta mucho por todo lo que te ofrece: cines teatros, bares, peñas, milongas y aquí, sin nada de eso, solo con la naturaleza... los espectáculos de Buenos Aires son distracciones, diversiones. De qué nos distraemos, de que me distraía tanto en Buenos Aires? Que no que queremos ver? Que no quería ver? Cosas que me preguntaba mientras hacía la plancha en medio del mar.
Un día me tomé una lancha y me fui a una playa de ahí cerca. Playa Railay, un paraíso, de esos lugares que son para postal. Arena blanca, ahí si hay agua transparente, ahí si vi peces de colores.
A la noche me acostaba temprano. Una noche cené con unas mendocinas y después fuimos un rato a la playa.
Estos días lo tome como una pausa, como unos días de descanso. Recién van un poco más de dos semanas que arranque. Me falta mucho aún y es como que recién estoy tomando ritmo de viaje.
Me siento muy bien, no extraño y tengo muchas ganas de seguir viajando y descubriendo lugares y gente.
Esta mañana me fui de Ao Nang, me voy a Phi Phi Island, la isla donde se filmó "La playa". Me pienso quedar algunos días.
Justo ahora voy rumbo hacia allí, es más, estas palabras las estoy escribiendo el el ferry que me está llevando hacia allá.

Marcelo Javier Silva
6 de Mayo de 2017

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