Una sandía chiquita
Una sandía chiquita Una tarde de invierno, mientras estábamos hablando de esas cosas intrascendentes que se hablan en una sobremesa, de repente, cuando se hizo un silencio, nos hizo a todos la siguiente pregunta: -¿En que se parece un esquimal a una serpentina? -Nos quedamos callados ante una pregunta tan descolgada de alguien que aparentaba ser tan seria como ella. -En que el esquimal tirita de frío… y la serpentina… tirita de papel.- Todavía me río cada vez que me acuerdo. Nadie lo sabe (hasta ahora) pero “Buscando a Nemo” fue la última película que vio en el cine. Helado lo último que probó. (El día antes había tomado sopa). “Chau”, fue la última palabra que le escuchamos decir. Yo estuve presente cuando vio su casa por última vez, fue el sábado a la noche previo a las Pascuas. Todavía teníamos la esperanza que volviera. ¡Cómo nos alegrábamos cuando abría los ojos! Cuando hablaba. Cuando nos sonreía. Cuando nos agarraba fuerte la mano. Todo lo que hacía, nos as