Bangkok

Bangkok

Y al final mandé todo al carajo y comencé a viajar. Primer destino: Bangkok, Tailandia. Igual antes de llegar a esta ciudad fue el viaje en avión y el último día en Buenos Aires en los que la tranquilidad de los días anteriores desapareció y me convertí en un cúmulo de nervios y ansiedad en el que no alcancé a hacer todo lo que tenía que hacer y que por supuesto llegué al aeropuerto justo cinco minutos antes que el vuelo cierre. Pero todo eso era algo obvio que me iba a pasar.
Lo diferente comenzó en el avión. Vuelo via San Pablo con combinación Qatar y luego Bangkok.
El avión cruzó por el medio de África. Es fantástico ver ese continente desde arriba. No es todo verde cómo me imaginaba, por dónde cruzó el avión era árido, con algunas montañas muy viejas que desde arriba parecían los huesos de la columna vertebral de algún animal sumergido. De rastros de seres humanos como ciudades o caminos casi nada y encima  después desierto, mucho desierto. Se estaba poniendo el sol, era casi de noche y de entre esa nada de pronto resaltaron muchas luces al costado de un río que serpenteaba ese desierto. Primera gran sensación: Ver el Nilo  desde arriba es algo imponente. El avión siguió, cruzó el Mar Muerto hasta Qatar para hacer la combinación. Lo grande y lujoso de ese aeropuerto es algo que nunca había visto.
Siete horas después estaba en Bangkok. Acostumbrarme al horario fue terrible. Es que salí un miércoles a las 11 de la noche, viví algunas horas más arriba del avión, y de pronto se hizo de noche de nuevo. Es como si hubiese vivido dos días pero en 36 horas. En Tailandia están 10 horas adelantados con respecto a Argentina.
Bangkok es como cualquier ciudad del altiplano sudamericano. Lleno de autos y motos que pareciera que se van a chocar en cualquier momento, llenos de puestos de comidas en la calle. Lo más rico de Tailandia es la comida. Hay un olor permanente a cocina. Y es que ya desde temprano desayunan sopa o pescado, puerco o pollo frito. Yo en cambio me volque al coco. Por las mañana batido de coco o sino le hacen un hueco y te tomas el agua de adentro.
También está lleno de canales, algunos navegables. El agua marrón, parece contaminada pero sin embargo está lleno de peces. Y también hay muchos mercados del estilo La Salada. Y el contraste es grande, haces unas cuadras y te topas con un mega shoping. En eso no hay mucha diferencia con Argentina.
La gente es muy amable, siempre sonriente. Y me pasó varias veces: Argentina, fútbol, Maradona. Un policía que controlaba los pasaportes para ingresar al Palacio Real me dijo asombrado al ver de dónde era: Argentina-Maradona! Y le pidió a una compañera que le saque una foto conmigo. Hoy en un kiosco, después de comprar una gaseosa gusto a granadina, el que atendía me preguntó de donde era. Y lo mismo: Argentina-Maradona y me llevó a donde estaba su familia y me convidó con una especie de postre porque era el cumpleaños de una chica que estaba ahí. Se nota que son personas muy bondadosas. De la inseguridad olvidate. Pasas por la vereda y está lleno de zapatillas de la gente que entró a hacerse masajes y nadie las va a tocar. Ah! Los masajes tailandeses... son un camino de ida. Masaje tai, food massage. Un placer.
Y la noche: fiesta descontrolada al estilo carnaval jujeño. Sólo que lleno de gringos, japoneses, tailandeses, todos borrachos. Mucha marcha, pop yanqui noventoso, pero también mucho regeaton de los viejos. La gasolina, o Lo que pasó pasó son hits. La cerveza en cambio no me gustó tanto.
Hoy fui al cine, no sólo para ir al cine, sino para confirmar lo que me habían contado y leí por ahí. Y es verdad, antes de cada película, sale un mensaje para que la gente se pare y aparece la figura del rey acompañada de un canción. Y todos se pararon y le rindieron honores. Por la calle está lleno de fotos de su majestad. Por todos lados.
Mañana me voy de Bangkok.  Me voy en un tren con camarote al norte de Tailandia. A Chiag Mai. Voy en busca de un poco de naturaleza.
Me siento muy bien. Muy a gusto con la ciudad, el calor (25-35 grados), la comida y la gente.
Son los primeros días. Recién estoy arrancando.

Marcelo Javier Silva
24 de Abril de 2017

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