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Kho Lanta

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Koh Lanta Koh Lanta es una isla ubicada en el mar de Andaman, Tailandia. A 20 kilómetros de las islas Phi Phi. Tiene unos 30 km de largo por 4 de ancho. En Koh Lanta, al ser una isla relativamente chica, lo ideal es alquilarte una moto y recorrerla de punta a punta mientras vas conociendo playas. Cada una es diferente, con olas, sin olas, desoladas, con bares, con monos, con o sin puesta de sol. Lo mejor de esta isla es que es muy tranquila, no tiene esa multitud de gente, negocios de artículos regionales, playas atestadas de personas o el ruido constante de motores de lanchas. Todavía se puede estar en la isla sin que se haya infectado de turismo. Un día, recorriendo la isla, fuimos a una playa chiquita, rodeada de montañas y donde no había nadie. Lo único que había, era un bar abandonado. Abandonado si, deshabitado no. Una familia de monos vivía ahí. Estaba el padre, la madre y varios monitos. Son curiosos, y si te descuidas, en seguida te quieren revisar la mochila. Escuche que

Phi Phi Island

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Phi Phi Island Bienvenidos al paraíso! Eso debería decir el cartel de entrada a Phi Phi Island. Es realmente un lugar hermoso. De los más lindos que he conocido. Llegué con una expectativa muy alta, y si bien está llena de turistas y negocios y hoteles, eso todavía no le quita el encanto. Tiene playas con agua transparente y caliente y montañas llenas de vegetación, tipo selva. Me hospedé en un dormi, éramos veinte en diez camas cuchetas y tres baños. Muy divertidas algunas cosas que pasan ahí y además todos muy buena onda y conoces personas de cualquier parte del mundo. Yo me dediqué un día a recorrer la isla caminando por senderos rodeados de selva en busca de playas en las que no haya mucha gente. Es increíble ir caminando y ver por ejemplo un par de monos colgando de un árbol. Las playas no son todas lindas, de paisaje si, pero hay algunas que tienen muchas piedras. Pero descubrí una especial. Nada de gente, llena de palmeras, arena blanca y un arrecife de coral ahí, a unos

Ao Nang, Krabi

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Ao Nang, Krabi Y al fin llegué a las playas de Tailandia. Después de dos días de viaje en colectivo llegué a Krabi, una ciudad al norte de este país. En realidad no fueron dos días viaje, fueron dos noches. Un viaje desde Chiang Mai a Bangkok. Ahí me quedé dando vueltas por la ciudad hasta la tarde, en donde me tome otro colectivo hasta Krabi. Podría haber ido en avión, pero de este modo me costó menos de la mitad. Además conocí lugares de Bangkok nuevos, como el centro comercial de esa ciudad y el edificio más alto. No tenía pensado ir a Krabi, quería ir a Phuket antes, (ambas son ciudades con playas y no quedan tan lejos una de otra), pero debe ser que la chica que me vendió los boletos no me entendió muy bien y después de una noche en colectivo, caí en Krabi. Llegué y vi que no había playas ahí, así que me tome un bus-camioneta (en muchos lugares de Tailandia los colectivos o taxis son camionetas con cúpula en la que llevan varios pasajeros). Pregunté a la chofer si me llevaba

Chiang Mai

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Chiang Mai Mañana me voy de Chiang Mai, hermosa ciudad. En realidad no es hermosa, es linda, sí, pero lo mejor es que es amistosa. De esas ciudades que decís:- Aquí me quedaría a vivir-. Tiene la calidez y tranquilidad que te dan la plaza de Cafayate o la de Cuzco. Ese algo misterioso en el aire que te invita a quedarte. Sin embargo por el aspecto y por donde está ubicada se parece más a Salta. Esta en un valle al norte de Tailandia. Y tiene muchos pueblos y montañas alrededor. El encanto es ir descubriendo esos pueblitos escondidos. Igual por más paisajes y vistas lo que hace a un lugar es la gente. Acá todos son muy amables, personas cándidas, bondadosas, pero no ingenuas. La amabilidad llega hasta el punto de desconfiar. Y esa, la desconfianza, es algo que por desgracia me sale natural. Antes no era así de desconfiado. Quizás por ser argentino o vivir muchos años en Buenos Aires. No lo sé. Pero me topé con personas demasiado generosas. Y ahí te replanteas muchas cosas. Es que e

Bangkok

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Bangkok Y al final mandé todo al carajo y comencé a viajar. Primer destino: Bangkok, Tailandia. Igual antes de llegar a esta ciudad fue el viaje en avión y el último día en Buenos Aires en los que la tranquilidad de los días anteriores desapareció y me convertí en un cúmulo de nervios y ansiedad en el que no alcancé a hacer todo lo que tenía que hacer y que por supuesto llegué al aeropuerto justo cinco minutos antes que el vuelo cierre. Pero todo eso era algo obvio que me iba a pasar. Lo diferente comenzó en el avión. Vuelo via San Pablo con combinación Qatar y luego Bangkok. El avión cruzó por el medio de África. Es fantástico ver ese continente desde arriba. No es todo verde cómo me imaginaba, por dónde cruzó el avión era árido, con algunas montañas muy viejas que desde arriba parecían los huesos de la columna vertebral de algún animal sumergido. De rastros de seres humanos como ciudades o caminos casi nada y encima  después desierto, mucho desierto. Se estaba poniendo el sol

Llego el día: Cuenta regresiva cero

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Llegó el día. Cuenta regresiva cero. Llegó el día. Hoy a la noche me voy hacia Tailandia, a comenzar un viaje que tiene un itinerario tentativo, sujeto a cambios. La idea es recorrer Asia del Este, después atravesar China hasta llegar a Rusia, Europa del Este, Grecia, Italia y España. Marruecos y volver a América para subir en barco por el Amazonas hasta Belén y desde allí ir volviendo hasta Argentina por las playas de Brasil. Sin tiempo fijo, y sólo con una mochila​ lo más liviana posible. Hoy tomo el avión, pero el viaje comenzó hace rato. Desde el mismo instante en que dejé un trabajo en el que estaba encerrado en una oficina. En donde te das cuenta, cuando te vas, que no es tan importante si un archivo de excel se entrega a tiempo o no; si dependes de tal o cual jefe, si te pueden mirar mal porque llegas 20 minutos tarde. No, la vida es muy linda para perder el sueño por esas cosas. El mundo es muy grande para quedarse a vivir toda la vida en una ciudad, por más linda que s

Cuenta regresiva: 7 días

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Cuenta regresiva: 7 días Me falta una semana para irme. ¿Y saben qué? El dejar todo e irse no es tan sencillo. Más allá de los afectos, y las cosas materiales hay algo más que nos tiene atrapado y no nos damos cuenta. Durante los últimos días estuve en la engorrosa tarea de darme de baja de todos los servicios que el estado o algunas empresas nos brindan para poder sobrevivir en una ciudad y también darnos, de algún modo, algo de confort. Realizando esa tarea me di cuenta en la maraña en las cual estamos enredados y conectados a una telaraña invisible de datos y cables y empresas y números de clientes y contestadores automáticos. Luz, agua, gas, cable, internet, teléfono, ABL, patentes, seguros, seguridad social, medicina prepaga… Qué cosa espantosa son los trámites. Darme de baja al cable fue una odisea. La verificación vehicular policial me llevó medio día, la transferencia otro tanto. Y así, con cada uno. Igual este último tiempo no fue del todo malo. A los trámites los compens